Echaré de menos a la persona que fui contigo
la que no quise ser y la que pude haber sido
y el modo en que intentabas curarme
lo que ni siquiera sospechaba que estuviese roto,
tu manera de tocarme con la mirada
y esa forma de darlo todo sin pedir nada
esperando, siempre esperando,
lo que sabíamos que no podía darte.
Fue un juego que duró demasiado
dos necesidades paralelas que se cruzaron
y una fatalidad escrita a destiempo.
El problema no fuiste tú
ni nada que pudieras haber hecho:
pudieron conmigo los remordimientos
de saberte tan entregada a algo
que sólo fue una huida hacia ninguna parte.
... Bonito resumen, aunque triste de lo que supongo fue una historia de amor...
ResponderEliminarSupongo que toda historia, cuando acaba, es triste. Precisamente por eso, porque se acaba.
ResponderEliminarPero eso no quita que cuando miras hacia atrás y haces balance, si se da el caso, puedas (¡debas!) agradecer las cosas buenas que te aportó la otra persona, aunque al final la historia no acabara como se supone que acaban las historias felices.
Y, en este caso concreto, entiendo que en gran parte la responsabilidad (hablar de culpa no es sano) de que no funcionara fue mía. Quizá por no implicarme como debía o por no ser capaz de dejar atrás ciertos fantasmas.
No sé, supongo que necesitaba plasmarlo y de ahí nacieron estos versos. Un poco agradeciendo, un poco disculpándome.
Gracias por leerme.