8 feb 2011

Georges R. R. Martin - Juego de Tronos (Canción de Hielo y Fuego - 1)

 




Aunque parezca una exageración, hacedme caso. Si tuvierais que leer un único libro en los próximos dos meses, que sea Juego de Tronos de G. R. R. Martin. Creo que no os arrepentiréis. No sólo porque considere que ha supuesto una renovación profunda dentro de su género, sino porque – y de ahí el plazo de dos meses – en abril se estrena la primera temporada televisiva de la serie, que promete una fidelidad al libro exquisita y un cuidado por los detalles digno de una superproducción. Y siempre es mejor verla con los deberes hechos, para disfrutarla tal y como se merece.

Llegados a este punto, la pregunta que supongo que os hacéis los que no conozcáis el libro es la siguiente: ¿Realmente merece la pena, tan bueno es? Vayamos por partes:

Juego de Tronos es el primero de los siete libros que componen Canción de Hielo y Fuego, de los cuales hay en la actualidad cuatro publicados y un quinto en camino. Publicado en 1996, ha ido cosechando éxito tras éxito y ha logrado compaginar excelentes críticas e importantes premios con el agrado de los lectores.

G. R. R. Martin tiene, en mi opinión, una característica que lo hace diferente al escritor tradicional: durante muchos años dejó algo de lado su faceta de escritor de fantasía y ciencia-ficción y trabajó como guionista televisivo. Eso se nota, y mucho, en su forma de plantear Juego de Tronos. Los planos, el ritmo narrativo, la caracterización de personajes y ambientes o la dosificación de la trama en un crescendo espectacular que cierra el libro con hambre de más encajan a la perfección con un esquema televisivo. Es casi como la primera temporada de una serie hecha libro (y por eso todos estamos tan ilusionados con la serie, para qué engañarnos...).

Buena parte del mérito de todo esto viene por tres elementos: un exquisito cuidado de la ambientación, un trabajo soberbio de caracterización de personajes (principales y secundarios) y el modo escogido para narrar la historia. G. R. R. Martin escoge guiarnos a través de Juego de Tronos a través del punto de vista de diferentes personajes, descartando usar una narración tradicional. Así, vamos conociendo de primera mano las percepciones y formas de actuar de los distintos protagonistas, a los que vemos desde una óptica más cercana a como lo haríamos de otra forma. El ritmo gana en riqueza, al ir intercalando diferentes historias y grupos de personajes de forma paralela.

El libro está formado por 73 capítulos (72 + un prólogo) de una decena de páginas cada uno, cada uno de ellos narrado desde el punto de vista de uno de los protagonistas. Este hecho confiere al libro de un punto muy interesante: pese a que es un libro grande (768 páginas, sin contar los apéndices de contexto) permite una lectura fluida en pequeñas dosis, sin perder en ningún momento el hilo, gracias a la fragmentación de la trama. Podemos– volviendo al símil televisivo – ir saboreando los acontecimientos poco a poco, como si fueran capítulos de una serie que estuviéramos viendo semana tras semana. Esta lectura pausada, por motivos de tiempo, pero también porque descubrí que el libro la permite e, incluso, la potencia, fomentando la intriga y los giros inesperados de trama, es la que yo hice. Y he de reconocer que en ningún momento retomé el libro sintiendo que la experiencia se resintiera en absoluto por haber estado semanas sin tocarlo. La verdad, pocos libros voluminosos consiguen ese grado de inmersión.

En cuanto a la trama, poco puedo decir sin caer en generalidades o desvelar cosas que prefiero que descubráis por vosotros mismos. En líneas generales, en Juego de Tronos se nos habla de los Siete Reinos de Poniente, ahora controlados por Robert Baratheon, después de una dura guerra civil que significó la destrucción de la Casa Targaryen, con la muerte del tirano Aerys. Pero pronto nos damos cuenta de que, tras la aparente estabilidad que el nuevo rey ha traído consigo, diversas intrigas y cadenas de sucesos se han puesto en marcha, amenazando con romper la frágil seguridad creada por la nueva situación política. Uno a uno, los protagonistas se irán implicando en la lucha por el poder, en un verdadero juego de tronos que hará añicos la calma de los últimos años.

Y los problemas no han hecho más que empezar...


En la imagen, portada de la edición española de Juego de Tronos, editada por Gigamesh.


6 comentarios:

  1. Cuando se juega al Juego de Tronos, sólo se puede ganar o morir.

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  2. Y con lo incómodo que debe ser sentarse en el Trono de Hierro, más de uno elegiría morir de saber lo que se le viene encima, sobre todo si se acerca el invierno...

    Bienvenido seas, Pirata Samurai.

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  3. Las ganicas que tengo de que empiece la serie :D

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  4. Como todos, hijo, como todos...

    Esperemos no llevarnos un chasco, aunque muy mal lo tendrían que hacer para no ser como poco un producto notable :)

    Ya mismo salimos de dudas.

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  5. Querría saber que de especial tiene el libro en lo referente a la trama, ademas de la forma en que a sido narrada, que lo diferenciaría de las obras de Tolkien por ejemplo.

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  6. Buenas,

    ante todo disculpa por tardar tanto en contestar; cosas de agosto.

    Sobre la trama en sí no entraré en detalles para no estropearte sorpresas. Las diferencias con Tolkien no sólo vienen en la forma sino en el fondo mismo de cómo articular la historia.

    Por ejemplo, Tolkien (asumo que hablamos del Señor de los Anillos en concreto) plantea la historia de una manera más lineal, mientras que Martin expande la trama horizontalmente. En ESdlA hay, para entendernos, un único protagonista (coral si quieres, pero la historia se centra únicamente en la Compañía del Anillo) mientras que en Juego de Tronos el hilo de las diferentes tramas se va hilvanando no sólo desde el punto de vista de varios personajes, sino implicándolos en la acción, dando una sensación de obra global.

    A nivel de enfoque, Juego de Tronos no tiene la ingenuidad de ESdlA. No todo es blanco o negro ni hay buenos y malos, sino que cada personaje tiene sus motivaciones y actúa de manera consecuente con ellas. Las conspiraciones, la intriga o el no saber por donde tirará cada personaje son cosas recurrentes a lo largo de los libros.

    Además, la trama de Juego de Tronos es más inesperada. De nuevo sin entrar en contarte nada, Martin introduce giros en la misma que te sorprenden y te dejan con la sensación de que no hay nada seguro. Una incertidumbre que, por comparación, ESdlA no tiene. Ahí la duda es procedimental, pero no de resultado: sabes en todo momento como acabará la historia, te falta por saber el cómo.

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