Estos días me ha tocado releer La revolución comercial en la Europa Medieval, de Roberto Sabatino López y, aunque el buen maestro añadiera en el prólogo que “no se pueden resumir cuatro siglos de historia económica europea en doscientas páginas sin verse obligado constantemente a simplificar en exceso”, lo cierto es que el suyo es un libro que ha soportado bastante bien el paso del tiempo y no ha perdido el punto de interés que conservan las buenas obras por muchas años que pasen. Debe ser que, aun simplificando, consiguió su objetivo.
La tesis de Roberto S. López es sencilla, pero no por ello simple: explicarnos la situación económica de la Europa entre 950 y 1350. La novedad, introducir en el análisis de la misma una idea: el cambio que experimentó la sociedad europea entre esas fechas debe observarse desde la óptica de una revolución comercial. Como un cambio de paradigma que marca un punto de no retorno en la concepción de la sociedad a todos los niveles: en la producción agrícola, en el mundo urbano, en los grupos humanos que se articulan en torno al comercio, en los consumidores, en la creación de nuevas necesidades y comodidades que el consumo generalizado provoca...
Para ello, López despliega en poco más de 250 páginas todo un arsenal de erudición, datos y buen hacer impresionante, dibujando a base de pequeñas pinceladas el gran lienzo del mundo comercial en la Europa medieval. Quizá alguno de las argumentos, o de la utilización de los datos, haya de ser revisado en el detalle, pero a grandes rasgos presenta una visión de conjunto muy completa.
Una de las ideas más atrayentes del libro – al menos para mí - es la de los dos Mediterráneos. Nadie duda de la potencialidad del “Mediterráneo clásico” y de su expansión comercial en el siglo XI-XII, donde ciudades como Venecia y Amalfi primero, Génova, Pisa, Milán después, o Barcelona en una tercera fase, entran de lleno en el juego que supone la aventura marítima. Roberto López va un paso más allá, al hablarnos de un “Mediterráneo del Norte”: el espacio formado por la unión del Mar del Norte y el Mar Báltico, que se configura como un espacio análogo al del sur. Llega a escribir, por ejemplo que:
“Alemania ocupa su centro, con la península de Jutlandia avanzando hacia el Norte, un poco como Italia avanza hacia el Sur en el centro del Mediterráneo. [..] La situación de Lübeck y Hamburgo, en la base de la península, puede compararse, a rasgos generales, con la de Venecia y Génova en al base de Italia.”
y detalla la lista de similitudes entre ambos espacios, como el papel central de ciertas ciudades sin pasado romano, el renacimiento agrícola previo, el auge militar o la penetración en las esferas de influencia en imperios más poderosos, entre otras, al tiempo que establece las diferencias entre ambos espacios.
López no elude tampoco ninguno de los temas fundamentales: ni el papel de las comunidades judías, ni el de la evolución del mundo agrícola, el de las especias, las herramientas de asociación y crédito o el mundo artesanal. Esboza también, sin desarrollar como se merecerían, elementos de reflexión en torno al salto a la economía-mundo que se genera en la Europa del XIII, por hacerle alguna crítica.
En definitiva, una obra de referencia obligada para quien quiera entender un poco mejor la articulación de las redes comerciales europeas durante la Edad Media.
En la imágen, miniatura de las Cantigas de Santa María.
Me han dado ganas de leerlo. El de Adam Smith aunque largo hasta la saciedad me dejó buen sabor de boca y con ganas de más. Me lo apunto!
ResponderEliminarBueno, son dos estilos de libro muy diferentes, la verdad.
ResponderEliminarEste tiene la virtud de ser cortito (250 páginas o así) y de pequeño formato, así que se lee en dos tardes.
Si llegas a leerlo, ya comentaremos :)
Este autor tiene algún otro libro publicado en español? Cual es la editorial del presente libro?Saludos
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