Si hay algo que nos han enseñado la ciencia y el pensamiento filosófico en las últimas décadas – y quizá lo poco en lo que están de acuerdo – es la importancia del “punto de vista”. Ya sea a través de de la teoría de la relatividad de Einstein o de las corrientes renovadoras (hay quien diría destructoras) de las mal llamadas ciencias humanas (los giros lingüístico y cultural, las corrientes postmodernistas …) nos movemos en el convencimiento de que la percepción y las conclusiones sacadas de ella se rigen por patrones de subjetividad.
Las cruzadas vistas por los árabes, de Amin Maalouf, es una muestra excelente de todo esto, ya que parte de una premisa básica que traviste el marco referencial del lector. Las Cruzadas, un proceso histórico observado siempre desde el punto de vista occidental, visto desde la perspectiva del otro; de los atacados.
Las cruzadas vistas por los árabes, de Amin Maalouf, es una muestra excelente de todo esto, ya que parte de una premisa básica que traviste el marco referencial del lector. Las Cruzadas, un proceso histórico observado siempre desde el punto de vista occidental, visto desde la perspectiva del otro; de los atacados.
La de Maalouf es una praxis ejemplar del tratamiento de las fuentes históricas. Pone en valor las fuentes musulmanas y nos habla del feedback comunicativo que las expediciones armadas a Tierra Santa tuvieron entre la población autóctona. Nos muestra el otro punto de vista del conflicto, al que no estamos acostumbrados a prestar atención pero que, en términos históricos, es tan real como puede serlo el relato surgido de las fuentes cristianas.
A nivel de estilo, Maalouf opta, de manera muy inteligente, por articular el libro en forma narrativa. Escrito en 1983 bajo el título Les croisades vues par les Arabes, nace del mismo fenómeno renovador de la escritura histórica que daría lugar a El queso y los gusanos, de Carlo Ginzburg (1976) y El retorno de Martín Guerre de Natalie Zemon Davis (1983) y que supondría el redescubrimiento de la historia narrativa como vía válida de aproximación al conocimiento histórico.
La amplia formación literaria de Maalouf (no por nada ha sido el ganador del Premio Príncipe de Asturias de las Letras en 2010) garantiza la calidad del texto. No sólo es una obra bien documentada, sino muy bien escrita: sabe conjugar perfectamente los datos históricos con un ritmo narrativo muy cuidado que en todo momento capta la atención del lector.
En definitiva, una lectura más que recomendable para quien busque un buen relato histórico y quiera explorar un punto de vista desacostumbrado en el siempre complejo tema de las relaciones Oriente – Occidente.
En imagen, asedio de Damieta durante la Quinta Cruzada, en 1219.
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